Escribir como si la vida se hiciera al contarla. Porque mi vida se hace cuando la escribo. Porque escribo desde antes de haber nacido. Escribo cuando hablo cuando pienso cuando respiro.
Escribo como sale como puedo como sea.
Claro que esta es la parte poética del asunto. La poesía me atraviesa. No pudo dejarla de lado ni me interesa.
Luego están los tiempos cortos y el espacio que cuesta regalarme .Una paradoja. Como las muchas muchísimas que me habitan. Menos mal que aunque quisiera no podría dejar de escribir. Quiero decir: escribo a pesar del tiempo escaso, del ruido de mi vida, del exceso de horas de trabajo dentro y fuera de casa.O tal vez escriba por esto mismo. Escribo casi como una medicina.
Idealmente y también muchas veces posible,porque soy afortunada(debo decirlo) escribo en un lugar precioso que tiene en su interior mucho de lo que soy y además hay luz y plantas y tiene un cielo que tiene luna y se puede ver desde el lugar preciso donde me siento-mi mesa de trabajo y mi computadora. Allí no hay ruido. Dos gatos caminan la cornisa de mi patio y me miran y acompañan. Allí trabajo, recibo amigos, tomo mate y amo. Podría pensarse en algo así como un bulo. Pero más precisamente es mi consultorio que sabe cumplir muchas funciones al tiempo. Es decir,en tiempos sucesivos.
Escribir allí es lo mejor para mí. Ahora estoy aquí que no es allí. Pero de todos modos .Aquí, hoy es Londres,en un viaje de paseo que es reencuentro, es placer, o escribo en casa, con niños y preguntas en el medio .Indicaciones que debo dar. Mientras escribo. Puedo decirle a mi hijo que se bañe y escribir al mismo tiempo. Y claro. No pasan las mismas cosas allí, que aquí. Aquí pareciera que los sentidos están más abiertos. Los aromas los colores los sonidos. Aquí son otros los sentidos. Pero de un modo u otro ,escribo.
De modo que no puedo pensar en el argumento también aparentemente válido de la falta de tiempo.El tiempo es el que hay.El tiempo es el que se tiene.Se tiene el tiempo que es.Y también se es, en ese tiempo.Yo soy cuando me pronuncio y escribo palabras que dicen y que hacen surco o fabrican el silencio.
Luego: surgen mil preguntas en relación a mi lazo a la escritura. También a la lectura. No sé si este es el momento de enunciarlas y de atinar alguna respuesta.
Pero tengo fotos que son decisivas:
Nos veo en la mesa del comedor diario jugando a adivinar el significado de las palabras más extrañas que papá proponía. Inventábamos .Y finalmente él leía victorioso el diccionario.
También con mi viejo, nos veo perdidos por horas en las librerías de saldos. Comentando autores. Discutiendo. Disfrutando.
Las primeras cartas de amor que recuerdo haber escrito fueron para él.Hoy lo sigo haciendo a mi manera.A pesar de mis larguísimos años de psicoanálisis, mi Edipo pareciera seguir irresuelto no sé si producto de un análisis fallido o más posiblemente del eterno amor a mi viejo.
Aquellas cartas habían sido escritas y dibujadas cuando tenía yo cuatro o cinco años y él estaba escondido muy lejos muy lejos y nadie podía(o debiera decir debía) encontrarlo. Si eso sucedía, lo volvían a desaparecer y eso no podía pasar otra vez. Era muy peligroso. Y yo le escribía corazones y otras cosas que hace poco encontré y desde entonces conservo.
Conservo recuerdos y los efectos de la vida compartida. Hoy soy los efectos de la vida compartida, de las letras compartidas, del amor por las letras compartido.
Ahora siento un poco más de frío. Tal vez sean las estufas que no alcanzan , el calor que falta, el recuerdo triste que enfría.
O quién sabe , un poco de cada.