Despertar con ojos chinos
o ciegos
de haber hundido
en barro
la propia vida,
ojos sin pupilas
de haber mirado
el fondo a fondo
y no saber
a ciencia incierta
qué vuela en el ombligo
ni muere tras los sauces.
Irrumpir en rotas cadenas
las muñecas
sangrantes
de flores mustias
y sapos saltones.
Dejar de ser
la virgen de las tinieblas
la puta de las pestañas
de hielo
la loca de las madreselvas.
Dejarlo ya.