
Como cuando
uno
busca qué,
y descubre
certeramente
que no se tiene
para dar
más que
lo que se es
Teñida de bordó 



Ella esperaría allí todo el tiempo que fuera necesario, aún sin saber a qué hora su amada arribaría. No tendría ninguna importancia aquello. Tomaría un café negro. Leería un poco. Posiblemente no sería capaz de concentrarse. Sacaría un cuaderno de notas. Haría garabatos en un intento de lograr una imagen que también resultaría fallida. Solo estaría verdaderamente atenta a la puerta. Y más allá de la puerta. A la vereda. Y más allá, a la calle de enfrente, por donde la vería esperar el semáforo. Cruzar la calle y acercarse. Entonces el cuerpo entero palpitaría. Se desintegraría. Sería polvo en cuestión de segundos. Y en ese estado, si sus piernas lo permitieran, si respondieran, subiría las escaleras. Iría al baño de mujeres. Al primero de una fila de cinco contra la pared, con puertas y paredes del piso al techo. Habría verificado este detalle previamente, antes de citarla en el bar. Allí esperaría unos minutos infinitos. Lo que su querida tardara en entrar, pedir pasar al toilete, y subir. A esas alturas el corazón galoparía. La puerta estaría acordada, de modo que, sin más que entrar y cerrar sucedería una explosión. El impulso al cuerpo , desenfrenado, sería imposible de demorar y de eso precisamente iría la cosa. El deseo largamente contenido habría hecho estragos. No habría lugar para demasiadas palabras y en ese momento no importarían. Habría tiempo luego, mañana, de mirarse a los ojos y hablarse de amor. Esa tarde hablarían los cuerpos. En un espacio pequeño pero el exacto para ser u n a, por unos instantes. La fusión sería total. Las bocas y los sexos tan húmedos como aguas de mares dulces .Las manos frenéticas queriendo recorrerlo todo, las lenguas exploradoras bebiendo gotas de sal sudadas. Bebiéndolo todo. Ella subiría su falda sin bragas y llevaría la mano de su amada hasta lo más hondo. Bailaría en su mano. Cantaría. Gritaría en silencio. Desprendería el pantalón de su compañera y también su camisa de flores naranjas de escote irresistible. La besaría tanto que las manos y los pies y la boca no serían suficientes. La amaría hasta el delirio. Finalmente, que tampoco lo sería, la ayudaría a vestir. Sin palabras. La despediría con un beso en la boca. Su nenita más linda que nunca, saldría a paso no decidido. Se lavaría las manos, acomodaría su ropa mal abrochada y su cabello desalineado.Miraría su rostro y se iría feliz a comprar un señalador para su libro o una pluma. Momentos después ella saldría del baño temblando.Se lavaría las manos, acomodaría su ropa mal abrochada y su cabello desalineado. Miraría su rostro y se iría feliz, con la boca sucia tan llena,