miércoles, 10 de septiembre de 2014

Ayer a la noche, cuando volvíamos con Laura de cenar, subió un hombrecito al 141 .
Era casi imperceptible.No había nada en él que convocara la mirada.Sin embargo no dejó de ser el centro de atención durante todo lo que duró el viaje. 
Asistí_todos asistimos_ a una supuesta conversación telefónica en la cual el hombrecito hacía un uso desmesurado de la voz.Casi que no parecía suya, pero sí. Cuando te dabas vuelta porque no había opción , la voz del hombrecito resultaba compatíblemente bizarra como él.
Intentaba explicarle a alguien ,cierta posición geográfica. La ubicación de unas calles.Una y otra vez. Y eso era todo.Esto enardecía al hombrecito. Lo sulfuraba.Resoplaba, se agarraba la cabeza.Su cabeza era redonda y la barbita al ras se presentaba en solución de continuidad con el resto.
Tuve en cada momento la sensación del hombrecito hablando consigo mismo.Sin nadie más que el colectivo completo que lo escuchara.
Como necesitando que alguien fuera testigo de su soledad no resignada.

2 comentarios:

Carmela dijo...

A veces es tanto el peso de la soledad que la gritamos.

Un beso.

A.Torrante dijo...

Y por un rato no estuvo solo, o tal vez sí, pero al menos hubieron testigos de su efímero paso por la Tierra y tal vez la única huella de su existencia sea esta entrada en tu blog.