jueves, 16 de mayo de 2013

Llego a mi casa
después de un día de trabajo
y una sensación de haber vivido
alguna vez
en otra vida que no es esta.
Me tiro en la cama así como estoy,
con la ropa de la mañana
de una noche de amores.
Un jean y polera azules,
botas marrones.
Me tapo porque siento frío
y tengo la sospecha
de que no voy a salir de la cama
hasta mañana, pero no.
Me pongo con un caso clínico 
que tengo que presentar el próximo jueves.
Avanzo un poco.
Estoy casi en penumbras
a la sola luz de la lámpara de sal
color durazno.
Ilumina tenue,
resalta algunos objetos del cuarto.
El techo está gris
o tal vez sepia.
Tengo sensación de hambre
o ganas de tomar cerveza.
Pienso en una Corona helada,
bien grande.
Me levanto finalmente
y voy a la heladera.
Quedó un pedazo de calabaza
con gusto a nada, de anoche.
La caliento y vuelvo a la cama.
Me desvisto.
Miro mi cuerpo desnudo
y de pronto
me parece que lo quiero.
Me meto dentro de las sábanas.
La calabaza está asquerosa.
Apago lo que suena
porque me doy cuenta
que casi todo hace señal de alerta
y me desconcentra,
me distrae del estado que consigo
cuando hay silencio.
El sonido del viento.
Acaricio mi cuerpo bien amado
y me conmuevo
de haber llegado
a esta cama esta noche
después de toda la vida.

6 comentarios:

charles dijo...

beautiful poem i consider a fantastic write kisses

Sarco Lange dijo...

No presentes el caso clínico el jueves. Mejor quédate desnuda en la cama y deja que las hojas jueguen dentro de tus ojos claros.

Esa Corona...

Darío dijo...

La cama, la balsa, el nido.

f dijo...

...la ropa de la mañana
de una noche de amores...
los ojos en el camino
soñando lo que pasó
volver
volver
volver...

Axis dijo...

Que lo que cuenta y encanta es haberse quedado con la ropa de la mañana de una noche de amores!

Cuánta ternura :)

Carmela dijo...

Dejate ir, ser, estar...dulcemente.
Un beso